Noche para la historia la que se vivió este lunes en el Mercedes Benz Superdome de Nueva Orleans. Drew Brees se secaba las lágrimas con una mano mientras se sujetaba el casco con la otra.
A sus 39 años, el quarterback de los New Orleans Saints había completado otro partido para el recuerdo que no sólo había conducido a su equipo al triunfo, sino que le situaba en el Olimpo de la NFL, la liga profesional de futbol americano.
MÁS YARDAS DE PASE
La victoria de los Saints ante los Washington Redskins por 43-19 sirvió para que Brees se convirtiera en el quarterback que más yardas de pase ha conseguido en toda la historia de la NFL, superando las 71.740 que atesoraba el legendario Peyton Manning.
Comenzó el partido en tercera posición histórica en este ranking, superando primero a Brett Favre y posteriormente a Manning.
Brees trituró el rércord absoluto con su segundo pase de touchdown, de nada más y nada menos que 62 yardas al novato Tre’Quan, que acabó anotando. Segundos después, la NFL detuvo el partido para rendir honores a Brees, que pudo abrazar a su familia y a su entrenador, Sean Payton, sobre el verde del Superdome.
PELOTA , RUMBO AL SALÓN DE LA FAMA
La pelota con la que hizo el pase fue entregada a los directivos del Salón de la Fama para que buscarle sitio en un gesto de lo más americano.
“Me he derrumbado y he roto a llorar muchas veces esta semana, sólo pensando en un montón de cosas. He pensado en toda la gente que me ha influenciado en mi vida y muchos de ellos han estado aquí esta noche”, se congratulaba un emocionado Brees. “Dos de esas personas fueron mi madre y mi abuelo, que ahora están en el cielo, pero estoy seguro de que se sentirán orgullosos”, puntualizó.
No ha tenido una carrera fácil la actual estrella de los Saints. Los grandes equipos le descartaron cuando estaba en el high school, en Austin, porque consideraban que no tenía la envergadura suficiente para ser un quarterback de garantías.
De hecho, ningún equipo de la NFL le escogió en primera ronda del draft de 2001. Los San Diego Chargers, su primer equipo en la Liga, le cortaron en 2005 por una lesión de hombro, lo que le abrió las puertas de los New Orleans Saints, suponiendo el principio de una de las mejores carreras de la historia de la NFL.